En el último episodio del año de Paulina Cocina, el líder de Divididos Ricardo Mollo, no sólo cocinó un risotto de quinoa y hongos que, según la influencer, “dejó la vara altísima”, si no que también reveló uno de los rituales más curiosos de su banda: la presencia infaltable de la pizza de Los Blancos, una icónica pizzería de Quilmes.

Mollo contó que este ritual comenzó con su antiguo manager, quien solía llevar la pizza desde esta histórica pizzería. “Es algo casi ceremonial. Hoy viene otro chico desde Ezpeleta y la trae, pero la tradición sigue viva”, confesó el músico durante la entrevista.

La historia detrás de Los Blancos

La pizzería Los Blancos es mucho más que un lugar para comer en Quilmes; es parte de la identidad gastronómica de la ciudad. Fundada en 1967 por José Blanco, su hermano y su cuñado en Wilde, el local se trasladó una década después a su ubicación actual en la calle Moreno 587, en pleno casco céntrico de Quilmes, a metros de la peatonal Rivadavia.

Con más de 50 años de historia, Los Blancos se destaca por su ambiente acogedor, sus mesitas de color rojo en la vereda y su cocina a la vista. La fugazzeta, la pizza de jamón y morrones y, para los más aventureros, la de calamares, son las estrellas del menú, con alrededor de 15 variedades disponibles.

Un lugar de encuentro con sabor a historia

Los Blancos no sólo ha deleitado a generaciones de quilmeños, si no que también ha recibido visitas destacadas. Hace unos meses, el campeón del mundo Nicolás Tagliafico, acompañado por su esposa Carolina Calvagni, disfrutó de una cena en la pizzería tras hacerse un tatuaje con el reconocido artista local Yeyo Tattoos. La imagen del futbolista disfrutando de una porción de pizza reafirmó el lugar especial que tiene Los Blancos en la vida de Quilmes.

Quilmes en la mesa de Divididos

El ritual de la pizza antes de los shows de Divididos conecta a la banda con la esencia de Quilmes. Para los seguidores de Mollo y amantes de la pizza, esta tradición es un recordatorio de cómo la cultura local puede formar parte de historias universales.

Si alguna vez pasás por Quilmes, no podés dejar de visitar Los Blancos. Porque, como dice Mollo, hay sabores que son mucho más que comida: son rituales que trascienden generaciones.