
En medio del bullicio de las playas de Mar de Ajó y San Bernardo, un joven quilmeño ha encontrado una manera única de alegrar las vacaciones de miles de personas. Facundo Chocobar, de 25 años y oriundo de Quilmes, se ha convertido en un fenómeno viral gracias a su particular forma de vender pochoclos: con coreografías vibrantes que no solo atraen a los turistas, sino que los invitan a disfrutar de un espectáculo único bajo el sol de la Costa Atlántica.
Con un parlante al hombro y una sonrisa contagiosa, Facundo recorre diariamente unos cinco kilómetros por la arena, llevando su carrito de pochoclos. Pero no es solo un vendedor ambulante, es también cinco veces campeón mundial de Pagodão Baiano, un estilo de baile brasileño que domina a la perfección. Su destreza y pasión por el baile lo han llevado a transformar cada jornada laboral en una experiencia inolvidable para quienes tienen la suerte de cruzarlo.
“Un día pensé en probar algo distinto. Les dije a las personas: ‘Si bailo una coreografía, ¿me ayudan con las palmas?’. La respuesta fue increíble. Formaron un círculo alrededor de mi carrito, encendí el parlante y bailé ‘Olha a Explosão’, de Kevinho”, relató Facundo. El video de esa primera presentación se viralizó rápidamente en las redes sociales, convirtiéndolo en una sensación.
A partir de ese momento, su figura se volvió icónica. La gente lo reconoce en las playas, lo aplaude y hasta hacen fila para tomarse fotos con él. Facundo no solo vende pochoclos; regala alegría y muestra que incluso las rutinas más simples pueden transformarse con creatividad y pasión.
Desde su Quilmes natal, donde dio sus primeros pasos en el mundo del baile, hasta las playas de la Costa Atlántica, Facundo es un ejemplo de cómo el talento y la dedicación pueden abrir puertas inesperadas. En sus propias palabras: “Esto es más que un trabajo, es mi forma de conectar con las personas y de devolverles un poco de la alegría que me dan cada día”.
Facundo Chocobar no solo es el pochoclero bailarín; es también un embajador del espíritu quilmeño que sigue demostrando que con esfuerzo, carisma y amor por lo que hacemos, los sueños pueden alcanzarse, incluso en las arenas de una playa.