La ofensiva del gobierno de Javier Milei contra los artistas populares se intensifica. En las últimas horas, la cantante quilmeña María Becerra se convirtió en blanco de la agresividad presidencial tras su crítica a la falta de ayuda estatal frente a los incendios en la Patagonia. 

Desde el escenario de la Fiesta Nacional de la Confluencia en Neuquén, Becerra instó al público a organizarse para ayudar a los afectados y remarcó: “Si el Estado no está dando la ayuda necesaria, la damos nosotros”.

Lejos de tomar nota sobre la crisis ambiental en el sur del país, Milei respondió con burla. En su cuenta de Instagram compartió un meme que insinuaba que la artista se beneficiaba económicamente.

Su actitud desató una ola de repudio en redes sociales y motivó la solidaridad de otros artistas. Lali Espósito, por ejemplo, respondió con un sutil pero contundente gesto de apoyo: publicó en su cuenta de IG una historia reproduciendo “Automático”, uno de los mayores éxitos de Becerra.

Otro artista que alzó la voz fue Tiago PZK. En el mismo festival, se refirió a la situación en la Patagonia y resaltó la importancia de la organización popular. No solo eso, si no que también realizó una colecta para ayudar a los bomberos y a las familias afectadas, donando él mismo diez millones de pesos.

Sin embargo, los ataques del gobierno no se limitan a la música urbana. El 12 de febrero, el joven artista Milo J tenía previsto realizar un evento gratuito en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA) para presentar una edición especial de su disco “166”. La justicia, en una medida cautelar solicitada por el Gobierno, suspendió el show alegando falta de autorización.

La madre y manager del artista, Aldana Ríos, denunció la suspensión como un acto de censura. “No es la primera vez que nos ponen trabas”, expresó. En la misma línea, organismos de derechos humanos como H.I.J.O.S. repudiaron la medida y la fuerte presencia policial en el lugar. Charly Pisoni, referente de la organización, señaló: “El gobierno busca impedir que los jóvenes se acerquen a sitios de memoria y censura a los artistas que promueven la cultura y la memoria”.

Estos episodios confirman una preocupante tendencia de Javier Milei: el desprecio por la cultura popular y el intento de silenciar a quienes levantan la voz ante las injusticias. Mientras los artistas se organizan para ayudar y visibilizar problemas sociales, el gobierno responde con censura y ataques personales.