Por Oriana Vera

El pasado 2 de junio, México vivió un momento histórico con la elección de Claudia
Sheinbaum como la primera mujer en alcanzar la presidencia del país. Este acontecimiento
marca un hito significativo no sólo para México, sino para toda la región, ofreciendo una luz
de esperanza en tiempos de adversidad política y social.

La contundente victoria de Sheinbaum, con aproximadamente el 59% de los votos y una
ventaja de 30 puntos sobre su principal opositor, es una consecuencia directa de la buena
gestión de gobierno de López Obrador: crecimiento sostenido del PBI, bajísimas tasas de
desocupación (menos del 3%), pobreza del 5,6% y aumento significativo del salario real.

La llegada de Sheinbaum a la presidencia ocurre en un contexto complicado para las mujeres
en política, con la derecha avanzando en contra de conquistas y derechos, y un aumento
preocupante de la violencia política en la región. La reciente campaña electoral en México se
vio marcada por esto, con más de 30 candidatas y candidatos asesinados por grupos
criminales, evidenciando el avance de la persecución y la intimidación política. En tiempos
de violencia y mensajes de odio, México apuesta por la justicia social.

La relevancia de esta victoria trasciende las fronteras mexicanas. En un panorama regional y
global donde la ultraderecha gana terreno, el triunfo de Sheinbaum reafirma la vigencia del
ideario popular y contribuye a la evaluación del ascenso de la ultraderecha en el mundo y el
experimento del anarco colonialismo en lo local.

La victoria de Sheinbaum expresa la vigencia de la fuerza popular, la necesidad de las
políticas públicas y el Estado para el desarrollo local y la distribución de la riqueza para
fomentar la inclusión social y la equidad.
Es también un contexto esperanzador para el Frente Amplio uruguayo, donde su candidato
Yamandú Orsi se prepara para enfrentar a la derecha liderada por Luis Lacalle Pou en las
elecciones de octubre. Frente a la derecha poderosa y los canales de comunicación a su favor,
el pueblo puede optar por la justicia social y el progreso.

Claudia Sheinbaum en su discurso de triunfo expresa “Nunca agacharemos la cabeza”,
un mensaje significativo para la región y un llamado a mantenerse firme en la defensa
de los derechos, enfrentando la avanzada derechista con dignidad y determinación. Y
como afirmó Cristina Fernandez de Kirchner en su acto en Quilmes “de colonia otra
vez, NO”, sin subordinación y con la cabeza bien alta por una Patria Grande, soberana,
con justicia social y en democracia.