Por Paula López, Lic. en Criminalística

El 1° de septiembre de 2022 un varón disparó en el rostro de la mujer que fuera dos veces Presidenta electa de la República Argentina y en ese momento, Vicepresidenta en ejercicio. El proyectil no salió, a pesar que el arma del atacante, Fernando Sabag Montiel, era apta para el disparo tal como demostraran las pericias posteriores. 

Hace unas semanas comenzó el juicio por este hecho que significó un quiebre para la vida democrática e institucional de nuestro país, aunque poco resuene en los medios de comunicación. Con un Poder Judicial cargado de vicios e intereses políticos partidarios, no ha habido grandes avances con respecto a la investigación de lxs autores intelectuales, cuyas intenciones estaban a la vista. 

Tanto, que Clarín hasta se animó a titular “La bala que no salió y el fallo que sí saldrá”. Cabe recordar que el intento de femimagnicido sucede en medio del juicio por la causa conocida como “vialidad”, cuyo objetivo era el que terminó por suceder: proscribir a la mujer conductora del peronismo pero fundamentalmente, a la representante más leal de los intereses del pueblo argentino y de lxs trabajdorxs.

SOBRE LA INVESTIGACIÓN JUDICIAL

La Jueza federal María Eugenia Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo fueron lxs designadxs para el proceso investigativo que estuvo cargado de irregularidades, perdiendo -deliberadamente o no- pruebas contundentes para desentramar el atentado. A continuación, algunas de estas cuestiones: 

• Al otro día del intento de femimagnicidio, el contenido del celular de Sabag Montiel “apareció” eliminado. Aquí han tenido lugar dos verdaderas aberraciones, dado que se trata de cuestiones rutinarias y más que básicas, podríamos decir que es el “ABC” de las pericias informáticas. Por un lado, que el dispositivo móvil, el celular, haya llegado en sobre abierto a la oficina de la PSA, área que intentaría acceder al contenido del móvil luego que la PFA no lo haya logrado.

La cadena de custodia es el procedimiento por el que se asegura que un indicio levantado en el lugar del hecho o en este caso, un elemento perteneciente a un implicado, sea el mismo que el que llegue a los laboratorios forenses. Lo que debiera haber sucedido con el teléfono más importante de la República Argentina el 1° de septiembre de 2022 es que, colocado el mismo en un sobre de papel, el mismo se sellara, se firmara el cerramiento por los testigos de actas y la autoridad policial designada para la cadena de custodia, y se trasladara de esta manera a la dependencia policial/judicial o institución designada para la pericia. Justamente, la firma cruzada en la solapa de cierre del sobre, garantiza que el mismo permanezca inviolable durante el trayecto hasta el lugar de análisis. 

Que el celular haya llegado a la dependencia de la PSA en sobre abierto, y encendido es, una vez más, una aberración. Para clarificarlo: es como comenzar una cirugía a corazón abierto con el paciente sin anestesia. No hay forma que el procedimiento avance y llegue a buen puerto. 

Pero además, que la primera pericia que se haya realizado sobre el aparato culminara con el contenido eliminado, es escandaloso para un procedimiento que, si bien no es fácil, es rutinario. Para ello, no sólo hay especialistas calificados alrededor del mundo -porque sí, el intento de femimagnicidio de la Vicepresidenta de un país habilita la cooperación internacional- sino que hay técnicas que van desde el recurso humano en sí mismo, hasta hardware especializado, pasando por softwares de avanzada tecnología.

Y con un principio, que es partir de lo general a lo particular, de lo menos invasivo a lo más invasivo, porque esto último, suele ser irreversible y cambiará la prueba para siempre. Volviendo a la metáfora de la medicina, no se comenzará por una cirugía a corazón abierto sin antes haber tenido una cita con el paciente que permita, mediante el diálogo, empezar a conformar un diagnóstico que luego deberá confirmarse mediante estudios y, descartadas otras técnicas, se definirá la más acertada para salvar la vida y recuperar la salud de la persona en cuestión. En el caso del celular de Sabag Montiel, se debiera haber comenzado por preguntarle a él mismo la contraseña de desbloqueo de su dispositivo, luego se debiera haber avanzado con los peritos calificados, luego con los softwares especializados y así hasta dar con la información, sin eliminarla. Elemental, Watson.

En este momento, se está evaluando la posibilidad de recurrir a técnicas físicas de desbloqueo del celular, lo que implicaría que, si sale mal, se pierda para siempre el contenido que pueda aún, estar ahí.

• No se investigaron las organizaciones políticas como Revolución Federal, de las que eventualmente formaban parte Sabag Montiel y Brenda Uliarte, la novia de éste último e involucrada en la planificación del intento de asesinato. Estas organizaciones instaron a la violencia colectiva con consignas y actos amenazantes, y hasta exponiendo en vivos de redes sociales la metodología que luego usarían para acercarse a CFK.

• No se profundizó en el financiamiento de la empresa Caputo Hnos. a Revolución Federal, o técnicamente, a su líder Jonathan Morel, quien sin experiencia en carpintería, recibió millones de pesos en concepto de producción de muebles que se realizarían en Boulogne para ser trasladados a Neuquén. (Sí, un emprendimiento del conurbano bonaerense ha tenido la fortuna de ser elegido para su debut por sobre miles de otras experimentadas carpinterías de la mismísima Patagonia del país, destino al que finalmente deberían llegar estos muebles). 

• También ingresan en esta historia la mano derecha de Patricia Bullrich, el diputado Gerardo Millman y sus secretarias. Un testigo lo escucha decir que “cuando la maten, voy a estar camino a la costa”. Lo primero -casi por milagro- no sucedió pero lo segundo sí, mientras Sabag gatillaba, Milman se dirigía a Pinamar. 

Como si esto no fuera lo suficientemente sospechoso, los celulares tanto del diputado como de sus colaboradoras, no sólo no han sido investigados sino que, muchos meses después, cuando Capuchetti solicita la presentación de estos dispositivos, o aparecieron formateados, o directamente cambiados por otros modelos. Sobre el formateo o eliminación del contenido del celular de una de las secretarias de Milman, ella misma declaró que la citaron en una oficina de Patricia Bullrich y allí, el experto en informática y recientemente designado Director de Tecnología de Información y Comunicaciones del Ministerio de Seguridad, Jorge Teodoro, eliminó todo el contenido. ¿En serio esto no merecía ser investigado?

SOBRE LA CUESTIÓN DE GÉNERO

La dimensión transversal más importante del caso es la cuestión de género porque efectivamente, nuestro país tiene que responder a la “debida diligencia reforzada aplicable en casos de violencia contra las mujeres (que) se traduce en varios principios que deben guiar la investigación penal”. Esto implica que toda muerte -o intento de- muerte violenta de una mujer debe ser enmarcada en un contexto general de asimetría en función del género y por ello, deberá investigarse el contexto en que se dan estos hechos.

Esto no significa que todos sean femicidios -o intentos de femicidio- pero sí, que deben investigarse como tales hasta que las propias pruebas del caso demuestren que no lo es.

Ahora bien, ¿alguien podrá decir que lo que le pasó a Cristina Fernández de Kirchner no es el final de un largo camino de violencia política y mediática hacia la mujer política más relevante de la historia de nuestro país, luego de la mismísima Eva Perón?

E incluso, la dimensión de género vuelve a arrollarnos cuando Clarín, una vez más, culpa a la víctima y titula: “Atentado a Cristina: la Fiscalía pone el foco en la ex presidenta y remarcó que no cumplía el protocolo de custodia”. La adaptación al caso del famoso “¿y vos qué hiciste para que esto te pasara?”.

Frente a un proceso plagado de irregularidades y del que, difícilmente, se obtenga justicia; la única salida es la colectiva. Cristina no es sólo una fusilada que vive. Es el cuadro político y la referenta popular más importante del país, y es la semilla que sembró en cada una de nosotras, multiplicadas y floreciendo pese a todo. Cristina hay una sola, pero todas somos Cristina.