El 19 de mayo y con la presencia de la Intendenta Mayra Mendoza se reinauguró el Museo Malvinas de Quilmes, una propuesta del Centro de Veteranos de nuestro distrito que invita a conocer las islas, sus características y singularidades. Sin lugar a dudas, recorrerlo es una experiencia que remite a la conmemoración, el homenaje y la Memoria, apoyada en cartas personales y fotos de época. 

De manera inmersiva y conmocionante, recrea la vivencia de estar en el frente de batalla, donde las balas y bombas envolvieron el coraje de quienes pusieron la vida como todo escudo. El propósito de esta visibilización trasciende los límites del partido. Sin caprichos, la actualidad se empeña en recordar nuestras gestas. 

Y es que el pasado 11 de mayo, Rusia comunicó el descubrimiento de reservas de petróleo y gas en la Antártida. Según el periódico británico The Telegraph, su valor se estima en 511 mil millones de barriles de petróleo. Otra vez, aparecen Las Malvinas, porque a partir del vínculo geográfico, se habrían vuelto “el inmueble más valioso del planeta”. 

En la comparación, hablamos de la proximidad de un yacimiento que podría ser diez veces mayor que la actual producción del Mar del Norte en 50 años. Algo así como 30 Vaca Muerta juntas.

La geopolítica nunca desaparece, lo que sí se desvanecen son las pretensiones de nuestro gobierno.

Es imposible pensar que la actual administración nacional a cargo de Javier Milei esté a la altura de las circunstancias en lo que respecta la defensa de nuestro territorio, cuando ante cuestiones vitales argumenta con banalidades descabelladas, apoyadas en un discurso que tiene como todo objetivo el desguace del Estado.

Es sabido que no hay posibilidades de defender la soberanía sin Estado.

De esta forma, se resignifica desde lo simbólico y lo político la idea de malvinizar, y se reactualiza la cuestión de la visibilización y la valoración de las islas y de quienes las defendieron. 

Malvinizar asume formas de Memoria identitaria, de calor patrio y de demandas que se deben dar en la continuidad, aun en condiciones de adversidad extrema como las actuales.

Malvinizar, en tanto defensa de nuestros valores y nuestro destino como patria, es arrojar una intención humanitaria ante un gobierno que desangra la industria y celebra el desempleo. Que rompe la investigación científica y denigra el capital humano. Que denosta todo lo nuestro. Es imperioso continuar el reclamo soberano y ampliar las miradas: el debate a dar tiene que ver con las islas y complementariamente con la plataforma, el alimento del futuro, los recursos minerales y el petróleo, claro está. Ahora bien, en los términos del proyecto libertario y las posturas de Milei: ¿Es posible imaginar al mercado defendiendo los bienes de los argentinos y argentinas? ¿En serio quienes buscan someterse al poder contra el que combatieron los soldados en Malvinas van a considerar nuestras riquezas y condiciones de vida? 

Las respuestas son claras: no hay forma que las mayorías sean beneficiadas con las políticas actuales. No hay manera de defender lo que nos corresponde cuando el blanco de las políticas es el Estado. No hay forma de defender Malvinas sin conocer la historia y sin traer esa historia a nuestro presente, releyéndola. 

Este nuevo museo de los veteranos en el oeste de nuestro distrito en un centro que nunca para de crecer, es una gran excusa para reabrir debates constantes de nuestra historia, Malvinizar es tarea presente, porque la soberanía está incompleta y en real peligro, bajo ataque desde lo más alto de nuestras estructuras institucionales pero el desafío es animarnos a construir futuro posible para todos y todas.

Jorge Márquez