Por Valeria Monzón/ Subdirectora de Promoción y Protección de Derechos

Comenzó la Copa América y los juegos de apuestas deportivas online alcanzan altos niveles
de participación. Siendo muchos usuarios de las aplicaciones y sitios de apuestas, jóvenes menores de 18 años. En la última semana se viralizó un video de Tik Tok, donde se vio a 3 jóvenes amigos festejar emocionados un tiro libre que Lionel Messi pateó sobre el minuto final del partido Argentina-Canada. La jugada no terminó en gol, sin embargo, los adolescentes festejaron como si lo fuera. ¿Qué festejan? Festejan que ese tiro libre les posibilitó ganar mucho dinero en una plataforma de apuestas online. Aquí se abren interrogantes y reflexiones
respecto a una problemática que puede nombrarse como nueva, “el juego de apuestas online y el uso de dichas plataformas por adolescentes”.

Históricamente los juegos de apuestas y azar estaban delimitados y dirigidos a los adultos,
sin embargo, en los últimos años la participación de adolescentes apostando en línea es recurrente y se encuentra en ascenso. Esta participación se da mayoritariamente en varones a partir de los 12 años, el juego en soledad, la pandemia y el aislamiento dieron lugar a el incremento de dicha participación. Para entender este fenómeno que en los últimos años creció de manera exponencial generando malestares de la época; se debe tener presente justamente, que el uso de las tecnologías, sin educación digital, sin acompañamiento de adultos y miradas de cuidado, expone a las infancias y adolescencias a un abismo subjetivo.

La pandemia junto al encierro prolongado, naturalizó el uso de pantallas y el tiempo dedicado a “lo digital”. Es notorio que cada vez, a más temprana edad, los niños se constituyen en usuarios del teléfono celular, el llamado “chupete electrónico” en deambuladores, da inicio a un devenir constante que acompañará a los niños en su crecimiento y desarrollo. En la primera infancia el celular de los padres, las tablets y las diversas pantallas, constantemente entretienen a los pequeños. El bombardeo de estímulos, conjunto de sonidos, colores, destellos de movimientos rápidos que promueven la no espera, proliferan ante los ojos de niños que aún no iniciaron la educación inicial.

Luego, aparecen los celulares propios y es entonces que niños de 6 años, 8 años, se hunden por horas, con un mínimo control del adulto, en juegos divertidos y entretenimiento diverso. Así, las redes sociales, los influencers, los youtubers, los tiktokers ocupan un lugar ideal para los chicos a temprana edad. Conseguir la mirada del otro a través del preciado me gusta, anhelar vivir la vida que muestran, dinero, viajes, una felicidad instantánea y constante se vuelve objeto de deseo. Respecto a los juegos en línea que a estas edades aparecen como inocentes y de moda, toman las pantallas promoviendo la diversión en un solo click.

Cabe señalar que el adolescente por su propia etapa etaria se encuentra en un estado de mayor vulnerabilidad, emocionalmente expuesto a adversidades con las que deberá convivir y afrontar. En la adolescencia el uso de pantallas se vuelve natural y continuo porque desde años anteriores su uso fue incesante. Es así que el estímulo inmediato y conocido a temprana edad requiere de nuevos desafíos para garantizar una satisfacción.
Entonces los adolescentes casi sin escalas pasan del juego divertido, entretenido, al juego adictivo y clandestino de las apuestas online.

Recientes investigadores en el tema, dan cuenta que la problemática es transversal a nivel
social y económico. Es decir que afecta tanto a jóvenes de menores recursos como así también a aquellos que disponen de dinero en cantidades mayores. ¿Qué hace un adolescente con el dinero ganado? Se prevé que la edad promedio de inicio en los juegos de apuestas es de los 15 años, sin
embargo, la edad sigue en baja. Este es un dato en el que debemos detenernos para analizar cómo los adolescentes se vinculan con el dinero tempranamente. Este vínculo se establece mayoritariamente a través de las billeteras virtuales, es entonces allí donde comienza a delimitarse un modo de comportamiento con el dinero.

Si anteriormente se ahorraba en el “chanchito alcancía”, representando este accionar una espera, un deseo de logro personal, hoy los adolescentes portan sumas de dinero desconociendo la capacidad de obtención ya que aparece allí de manera inmediata, sin implicancia de esfuerzos. Se construye entonces un vínculo “no real”, nunca se posee el dinero físico en mano. Es tan simple obtenerlo como tan simple perderlo, es una cifra que sube y desciende sin mayores determinantes.

No existen normativas tendientes a la protección de los menores de edad en las plataformas de juego de apuestas, son mínimos los requisitos que se solicitan a la hora de abrir el perfil necesario para apostar. Los adolescentes viven un paradigma social y cultural que les impone buscar el éxito de manera inmediata, no manifestar sus inseguridades y/o angustias, evitar la frustración, ante esto, el terreno fértil para que aparezcan los juegos de
apuestas está vigente con más fuerza que nunca afectando la subjetividad de los jóvenes.

Al señalar las consecuencias emocionales y subjetivas que los juegos de apuestas, conllevan, dando por hecho la existencia de una problemática a nivel económico financiero, es importante señalar la existencia de un gran deterioro de los vínculos
familiares, alteración de la atención, del sueño, angustia ante la pérdida de dinero, enojo,
depresión, aislamiento y ocultamiento, irritabilidad, violencia y en casos extremos suicido. En nuestro país, las aplicaciones y sitios de apuestas online, se presentan en agenda pública y legislativa, pero aún sin resultados regulatorios ante la demanda. La salud mental de los adolescentes debe ser cuidada y es una responsabilidad de todos tomar nota al
respecto para proteger a nuestros niños y adolescentes.

La insuficiente reglamentación promueve un avance del problema. Según las estadísticas
del Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos, en Argentina hay alrededor de 19 millones de personas que juegan con regularidad, mientras que 7 de cada 100 argentinos pueden ser considerados adictos. Hoy parte de esos números corresponde a adolescentes. Se debe destacar que fueron los docentes argentinos quienes identificaron esta problemática que pos pandemia impactó de manera imparable en las aulas. Estudiantes dormidos, que permanecieron atentos durante toda la noche a partidos de fútbol de
países, antes nunca relevantes, alumnos angustiados por el monto de dinero perdido, grupos festejando la ganancia en plena clase de historia, etc.

El juego de apuestas es un negocio global de más de 65 mil millones de dólares, la capacidad de invertir en publicidad es altísima y la ausencia de regulación también. Es responsabilidad a nivel nacional involucrarse en el tema y delimitar el marco normativo y de control que proteja a los niños y adolescentes argentinos y reducir al mínimo el acceso a ella de las y los menores de 18 años.